agosto 15, 2005

 

Carta abierta de los intelectuales y políticos uruguayos en favor del reconocimiento de la RASD

Carta abierta de intelectuales y políticos uruguayos a favor del reconocimiento de la República Saharaui por este país, cuyo texto fue redactado por el escritor uruguayo Eduardo Galeano y respaldado por 63 firmas la mayoría de las cuales son de mucho peso político y cultural en el Uruguay. Entre otros firmantes de encuentran el propio Eduardo Galeano, Mario Benedetti, y Héctor Gros Espiell, que fue en su día Enviado Especial para el Sahara del Secretario General de Naciones Unidas. Esta carta, dirigida al nuevo presidente de la República, Dr.Tabaré Vázquez, fue entregada en Presidencia el pasado día 2 de junio.

Desde entonces se ha desatado una gran contraofensiva de Marruecos, organizada por la embajada marroquí en Buenos Aires, tratando de presionar por diversos medios al gobierno uruguayo para evitar que éste reconozca a la República Saharaui.

Carta abierta de los intelectuales y políticos uruguayos.

Dr. Presidente de la República Oriental del Uruguay

Dr.Tabaré Vázquez

Quienes a continuación firmamos, ciudadanas y ciudadanos uruguayos, nos dirigimos a usted a propósito de un tema que se refiere directamente al sagrado derecho a la autodeterminación de los pueblos.

La República Saharaui, única nación árabe de habla hispana, ha sido reconocida diplomáticamente por casi todas las naciones de América Latina y el Caribe. El Uruguay, por motivos que se ignoran, es una de las raras excepciones.

Nos dirigimos a usted porque tenemos la esperanza de que nuestro nuevo gobierno ponga fin a una situación que contradice los principios que lo orientan. El reconocimiento del derecho a la independencia del pueblo saharaui no haría más que confirmar nuestros compromisos de siempre: la defensa de la autodeterminación, la solidaridad con los justos, la herencia artiguista que nos obliga a defender la dignidad, y sobre todo la dignidad de los débiles, por encima de la conveniencia material o el cálculo mezquino.

Hace treinta años, cuando la República Saharaui se estaba independizando del poder colonial español, fue invadida por Marruecos y Mauritania. La conquista militar, fuente del derecho de los fuertes, no logró doblegar a este pueblo de peregrinos del desierto, dispersos pero unidos en su vocación de libertad.

Mauritania firmó la paz y en 1984 reconoció al estado saharaui. Pocos meses después, hicieron lo mismo los demás países africanos, con la excepción de Marruecos, que a partir de entonces se desligó de la Unión Africana.

A pesar del tenaz trabajo desarrollado por las Naciones Unidas, Marruecos ha logrado, hasta ahora, impedir que se realice el referendum de autodeterminación, ha seguido vendiendo riquezas que no le pertenecen, como el fosfato saharaui, y ha continuado una guerra que viola todos los derechos humanos, según las reiteradas denuncias de Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Federación Internacional de Derechos Humanos. No menos de seiscientos civiles saharauis han “desaparecido” en estos años de violencia, lo que resulta revelador si se tiene en cuenta que la población total apenas llega a las trescientas mil personas.

La nación saharaui no sólo es excepcional por la grandeza de su desigual combate. También es excepcional porque allí no hay violencia doméstica ni analfabetismo, porque la salud y la educación son derechos de todos y porque las mujeres forman un tercio del Parlamento. Algunos uruguayos, diplomáticos, políticos y militares, han estado en aquellas arenas y pueden dar fe de su asombro.

Señor Presidente: hace ya más de veinte años que los saharauis vienen solicitando nuestro reconocimiento oficial. Es el reconocimiento del derecho a la existencia libre de una patria indudable, pequeña pero capaz de grandeza y porfiadamente digna contra viento y marea.

Reconociéndola, nos reconocemos.

Montevideo, mayo de 2005


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