mayo 03, 2007

 

La opinión pro marroquí movilizada en España a favor de la propuesta marroquí de autonomía

"No estamos ante un debate de corte intelectual donde cabrían elucubraciones de todo género a cargo de lobbystas o expertos en todo y en nada, iluminados que a veces se creen en posición de poder influir en la Historia y en los acontecimientos, yendo contra ambas cosas a la vez". BUJARI AHMED, representante del Frente Polisario ante la ONU; EL PAIS. 11/02/2007.

Aplazar la utopía, defender la dignidad BERNABÉ LÓPEZ GARCÍA 30/04/2007

Hace 30 años, cuando el PCE fue legalizado, algunos pensaron que el partido que encabezó la lucha contra el franquismo enterraba su utopía republicana para acatar una monarquía que le reconocía su legalidad. Otros pensamos que fue un aplazamiento -tal vez por mucho tiempo- de esa utopía, para poner fin al sufrimiento y recuperar la dignidad.

La legalidad internacional no es un guión escrito de antemano que sólo espera que lo interpreten al pie de la letra unos actores. Es un marco para asegurar el respeto de los derechos de los pueblos. Pero el derecho de autodeterminación no presupone, obligatoriamente, la independencia, sino la libre decisión sobre su destino.

El pueblo saharaui puede ver materializada, por primera vez en su historia, la oportunidad de ejercer esa autodeterminación. Depende del coraje político de los unos y los otros. Por primera vez en la historia del conflicto, tras varios intentos fallidos de referéndum, hay encima de la mesa dos proyectos coherentes que reconocen el derecho al autogobierno del pueblo saharaui. No es un hecho menor el que, al fin, tras 30 años de practicar la política del avestruz, Marruecos haya hecho público ante el Consejo de Seguridad de la ONU y ante la opinión pública internacional, un proyecto de autonomía con credibilidad que cuestiona su propio sistema institucional y que, de ponerse en práctica, obliga -se dice expresamente en el texto- a una revisión constitucional que puede acabar por cambiar bases importantes del sistema. De hecho, por primera vez, se habla de elección de un presidente por una asamblea parlamentaria electa, con muy amplias competencias, algo que no existe en la escala nacional y que sin duda la revisión constitucional debe corregir, reforzando el carácter verdaderamente parlamentario de la monarquía.

Los dos proyectos sin embargo pretenden organizar momentos diferentes del proceso de autodeterminación. Mientras el proyecto del Frente Polisario marca las pautas del posreferéndum, ofrece garantías para la etapa posterior a la independencia, presuponiendo que ésta triunfe en la consulta, el proyecto presentado por Marruecos quiere evitar precisamente esa independencia, ofreciendo garantías y anchos espacios de participación a través de una amplia autonomía alternativa a la independencia. Mientras el Polisario quiere negociar después, Marruecos quiere hacerlo antes. Mientras el primero lanza como idea única la independencia, aferrándose al referéndum-panacea para el que dice estar dispuesto a negociar con Marruecos las modalidades de su celebración, Marruecos insiste en negociar el contenido del referéndum, que al fin y al cabo es lo que importa: cómo organizar el futuro para que los saharauis ejerzan el control de su territorio. Porque, autónomo o independiente, la clave es saber cómo será la organización de la vida práctica, qué grado de libertades efectivas podrán ejercerse, qué fuerzas en juego se encontrarán en la arena el día de después. A quienes esgrimen que el historial democrático de Marruecos no es garantía suficiente para asegurar un futuro de libertad, conviene recordárseles que el Frente Polisario no supo en 30 años salir de la lógica del partido único. Lo que no es, desde luego, una garantía de democracia.

Marruecos propone negociar las competencias de la autonomía poniendo como límites los atributos de soberanía, la institución monárquica, la seguridad nacional y la defensa exterior, con el objetivo de someter a consulta de la población concernida un documento consensuado que evite a ambas partes los riesgos de lanzarse hacia un vacío de incertidumbre.

Aceptar esta vía implica desde luego un clima de confianza mutua, que por ahora está lejos de encontrarse. Marruecos promete una amnistía general que excluya toda persecución, detención o intimidación de la otra parte, aunque para mostrar su buena voluntad, no debería esperarse a que se inicien las negociaciones (poco previsible por ahora, dada la oposición del Polisario al proyecto), sino acabar con la política represiva que hasta ahora ha sido la práctica habitual en la región.

Aquí es donde cobra sentido el título de este artículo. Aplazar la utopía de la independencia para apostar por negociar una salida que garantice la dignidad, implica una responsabilidad enorme para un movimiento que lleva más de 30 años defendiendo como única salida la independencia. Difícil decisión cuando se tiene detrás una opinión pública exterior enardecida que le exige -desde su cómoda instalación en la sociedad del bienestar- no traicionar sus objetivos iniciales. Pero aplazar la utopía no significa perder de vista los objetivos finales de un verdadero autogobierno, compatible con los logros inmediatos (repatriación, reinserción completa en el territorio, garantías de un futuro digno en condiciones de seguridad y protección de sus bienes, según reza el texto) que se asegurarán en el proceso negociador que culminará con el referéndum pro autonomía. Significa también aceptar convertirse en defensor legal -aunque no exclusivo- de los derechos de los saharauis.

Eso exige naturalmente que Marruecos ofrezca y garantice canales políticos para la expresión de las aspiraciones regionales en proyectos divergentes. ¿Se puede acaso imaginar que el Frente Polisario podría autodisolverse sin transformarse en un movimiento nacionalista saharaui que aspire a defender los derechos de su pueblo? Pero para ello no basta una amnistía que borre el pasado, sino amplias garantías que aseguren la seguridad de militantes y dirigentes, así como su libre actividad política dentro del marco que libremente se negocie y acepte. Evitando así ese sentimiento derrotista de los dirigentes polisarios que aseguran que si no se logra la independencia ellos se exiliarían a Mauritania o Argelia.

El Polisario debe saber, por su parte, que una solución como la que Marruecos propone que se negocie, no es un signo de derrota, sino de confirmación de la justeza de su causa, de que su lucha ha merecido la pena. La oferta autonómica que Marruecos plantea negociar implica costes severos para el régimen marroquí que va a salir cambiado de la operación. Aunque reforzado en su imagen exterior. No es un proyecto para mantener el statu quo, sobre todo si la otra parte decide jugar el juego de la autonomía como con verdadero coraje político hizo al aceptar en 2003 el plan Baker II. La implicación del Polisario en la concreción de la autonomía, como la del PCE en la operación de la transición española, supondría un punto de no retorno en la marcha de Marruecos hacia la democracia y en la construcción del Magreb de los pueblos. Y desde luego, lo más importante, terminar con el sufrimiento real y cotidiano de los saharauis, evitándoles otros 30 años de vagar en la hamada.

Bernabé López García es catedrático de Historia del Islam contemporáneo en la Universidad Autónoma de Madrid.

¿Tercera vía para el Sáhara?

Javier Valenzuela. 30 de abril de 2007

Atención al lúcido, valiente y oportuno artículo sobre el Sáhara Occidental que hoy publica en las páginas de Opinión de El País el arabista Bernabé López García. Titulado Aplazar la utopía, defender la dignidad, ese artículo insta a los dirigentes del Polisario y a sus amigos españoles a no rechazar a priori la propuesta de autonomía para el Sáhara Occidental formulada por Marruecos.

Recojo a vuelapluma algunos de las ideas esenciales del artículo de Bernabé López.

Sí, los saharauis tienen pleno derecho a ejercer la autodeterminación. ¿Pero quién ha dicho que el ejercicio de la autodeterminación concluya inevitablemente con la independencia? Autodeteminarse es decidir libremente sobre el futuro propio, y un pueblo puede decidir independizarse, seguir como está o cualquier otra solución intermedia (autonomía, estado libre asociado, confederación...).

Sí, la legalidad internacional encarnada por Naciones Unidas exige que se celebre un referéndum en el Sáhara Occidental. ¿Pero dónde está escrito que la pregunta de esa consulta deba versar sólo sobre la aprobación o rechazo de la independencia? Puerto Rico celebró a finales del pasado siglo un referéndum de autodeterminación con tres opciones: mantenimiento del statu quo, plena incorporación a Estados Unidos o independencia. Los puertorriqueños escogieron el statu quo de Estado Libre Asociado.

Marruecos y el Polisario bien podrían negociar una propuesta de consenso que someter a la consulta popular. Los saharauis tendrían la última palabra. A esto es a lo que parece animarles el Gobierno español.

A la propuesta de autonomía formulada por Marruecos muchos, entre otros el que esto escribe, le han puesto una pega: carece de credibilidad dados los relativamente escasos niveles de desarrollo democrático y descentralización del reino jerifiano. Bernabé López, sin embargo, introduce un elemento a considerar: ¿y si el proceso de autonomía para el Sáhara Occidental sirviera asimismo para hacer avanzar en paralelo a Marruecos hacia mayores cotas de democracia y descentralización? Se retoma así la idea de los fundadores del Polisario según la cual la lucha del pueblo saharaui por su libertad debería actuar como partera del proceso democratizador marroquí.

Hace el arabista un llamamiento explícito a los muchos amigos españoles de los saharauis para que no se enroquen en la actitud de sostener, desde el disfrute de las comodidades de una sociedad democrática y de bienestar, el maximalismo de los dirigentes del Frente Polisario. Comparto esa idea: pienso que el mejor favor que le pueden hacer al pueblo saharaui sus amigos españoles es recomendar a los jefes del Polisario la templanza y el pragmatismo que condujo a nuestra oposición democrática a pactar la transición hacia la democracia con las fuerzas más abiertas del régimen franquista.

Una última reflexión: me parece curiosímo el que gente (en la derecha pero también en la izquierda españolas) a la que se les llena todos los días la boca de condenas de nuestros "nacionalismos periféricos excluyentes" (esto es, el vasco y el catalán) no se detenga ni un segundo a reflexionar sobre su berroqueño apoyo a un partido único que reclama, en pleno siglo XXI -el de la integración regional, el cosmopolismo y la globalización- el nacimiento de un nuevo Estado nación. ¿O es que lo que no vale para España sí vale en el Magreb?

Bernabé López hace hoy una aportación constructiva al debate. Rechazarla desde posiciones fundamentalistas de "Patria o muerte" o descalificar a su autor con insultos y calumnias, es hacer un flaco favor a los saharauis de carne y hueso que sufren en los campamentos de refugiados de Tinduf.

PS. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas acordó el lunes 30 de abril por unanimidad instar a Marruecos y al Frente Polisario a que se sienten a negociar de forma "directa" y "sin condiciones previas". El ministerio de Exteriores español subrayó que éste es "el enfoque apoyado por España".

El Sahara cambia, por fin

POR DARÍO VALCÁRCEL. ABC, 03.05.2007

EL lunes, el Consejo de Seguridad (CS) hacía pública la resolución 1.754 para instar a Marruecos y al Frente Polisario a negociar con urgencia y sin condiciones previas un acuerdo definitivo sobre el Sahara Occidental, un conflicto abierto desde hace más de 30 años. Para dar ese paso, el CS ha percibido posiblemente tres cambios, no de grado sino de naturaleza: 1) Preocupado por los movimientos de Al Qaeda en el Sahara, Estados Unidos ha articulado en 2006 un mando estratégico centroafricano. 2) La diplomacia marroquí ha puesto en marcha un plan de autonomía para el Sahara, eso sí, bajo soberanía marroquí. Y 3) Hay movimientos imprecisos en el Polisario hacia un cambio de rumbo: Sarahauis y marroquíes, agotados, sin soluciones a la vista, habían entrado en una peligrosa fase de fatiga diplomática (así la definía Manuel Marín en la Revista AFKAR , invierno 2004).

Marruecos entró en el Sahara Occidental en 1975 -¿recuerdan?- a raíz de la Marcha Verde. Los marroquíes tomaron el control (parcial) de la antigua colonia española, más de 300.000 km 2, y la han ejercido de facto desde hace 32 años. España, también de facto, facilitó la operación. Naciones Unidas no ha negado el origen de esa franja semidesértica, frente al Atlántico. Todos los argumentos son discutibles, pero los fundamentos históricos y jurídicos aportados por Marruecos sobre su anterior soberanía, en el siglo XIX, podrán discutirse pero no son infundados. España ocupó aquel territorio hace más de 100 años para cubrir un espacio estratégico frente a Canarias. Su estado de abandono era demostrable hace un siglo. España salió del Sahara en 1975, después de crear grandes instalaciones mineras (fosfatos y otros). Una parte de los habitantes de la franja desértica huyeron de los marroquíes y fueron instalados en Tindouf, cerca de su territorio, acogidos a la hospitalidad argelina.

En Tindouf hay menos de 100.000 saharauis, casi todos encuadrados en el Movimiento Polisario. Los habitantes rebasan el doble de esa cifra, más de 200.000. Desde los años 1970, el Polisario propuso la creación de un estado soberana, apoyado por una parte de la ultraizquierda española, recién desenganchada del comunismo, a la busca de causas en las que batallar.

Marruecos adujo sus títulos y tomó el control. La ONU pidió un referéndum, lo cual no equivalía a defender la independencia. Marruecos exigió un nuevo censo: adujo razones (para unos) o pretextos (para otros), pero hizo, es lo cierto, un sólido y tenaz despliegue diplomático. Siguieron los planes Baker I y II, bajo patrocinio de las Naciones Unidas. En el debate subsiguiente se han perdido tres décadas. Los llamados Amigos del Sahara (España, Francia, Estados Unidos, Rusia y Reino Unido) han comenzado a apoyar la iniciativa de Marruecos, sin que eso signifique abandono de los refugiados de Tindouf (a los que mantienen con el apoyo material de otros gobiernos, nórdicos sobre todo, y el respaldo de Argel). El Sahara Occidental plantea hoy problemas graves. Marruecos controla casi la mitad del territorio. Pero el descontrol de más de 100.000 km 2 permite infiltrarse a Al Qaeda, que estudia el terreno como base de operaciones. Entre otras, por esa razón, debe sacarse este largo pleito de la parálisis.

En Washington, 169 congresistas apoyan la iniciativa de Rabat. Otros 48 se inclinan por las antiguas tesis del Polisario. Las cifras no tienen significados absolutos, aunque... Para Marruecos, el antiguo Sáhara español es parte de su soberanía. Alarmada tras el 11-S, la Unión Europea ha preparado tres fases previas para resolver definitivamente el desacuerdo. Argelia calla, pero hay indicios de nuevas corrientes en el mundo oficial. Detrás del diferendo diplomático, está el sufrimiento de 100.000 hombres y mujeres, que esperan en tiendas de campaña desde hace 30 años.

Entre tanto, esa parte de la ultraizquierda española mantiene su fijación stalinista en la defensa cerrada, absoluta del Polisario. Los hombres inamovibles, congelados, han atravesado a su modo estos 30 años. El grado de frío industrial ha sido intenso. Se ha querido trasladar la congelación a los defendidos. Tarde pero a tiempo, los refugiados de Tindouf empiezan a saber. El estado saharaui nunca existió. ¿Y si para sus habitantes el concepto de independencia fuera solo una fórmula del Derecho Político? ¿Y si lo que contara fuera la autonomía tangible, plena? ¿Y si Marruecos estuviera dispuesto a reconocerla? ¿Y si los saharauis aceptaran la devolución de sus tierras, la posibilidad comerciar y prosperar, como en medio mundo, mediante la renuncia ante notario a un principio de la Teoría Política ?

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PAISFORO DIGITAL

¿Debe el Polisario negociar la autonomía para el Sáhara?*

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