diciembre 31, 2006

 

Nada más leer el artículo de Bernabé López García en las páginas de El País, acusando a todos de discriminar a los saharauis, de apoyar sólo a los saharauis de los campamentos de refugiados y olvidar a los de los territorios ocupados, pensamos en escribir un artículo de respuesta y en enviarlo a El País para su publicación. Lo hicimos con urgencia. Pero no fue publicado. Es sin duda revelador que El País difunda un artículo con una acusación tan grave e injusta, y que después no tenga el coraje de acoger en sus páginas ni siquiera una carta al director de las muchas que, nos consta, se han enviado. No publicaron el artículo de la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara, ni tampoco éste, lo cual viene a confirmar la intención del diario: preparar el terreno a Marruecos, que se dispone a presentar ante la ONU su enésimo proyecto de autonomía, eludiendo todas las resoluciones de la ONU. Y apoyar la posición del gobierno español que se abstuvo en la última votación de la ONU sobre el innegable derecho saharaui a la autodeterminación. Así, las cosas están claras. Una vez más, asumimos el papel de David contra Goliath, y tampoco olvidamos el final de la leyenda bíblica. Que no lo olviden tampoco ellos. ESCRITORES POR EL SAHARA

SÁHARA: LAGUNAS DE INFORMACIÓN, O RÍO DE DESINFORMACIÓN

Igual que el mar no cabe en una botella, la autonomía no cabe en un estado ausente de derecho. En su reciente artículo, sospechosamente escrito -y no menos sospechosamente publicado por El País (Domingo 17 de diciembre)- en favor de una autonomía para el Sáhara Occidental en el seno de Marruecos, justo cuando el reino alauí va a presentar su plan ad hoc ante la ONU, el profesor López García incurre en contradicciones tan grandes que cualquiera puede sospechar que ha incurrido en ellas a sabiendas de que incurría en ellas. La mayor es la ya citada, y que fue refutada en su día en las mismas páginas de El País por el intelectual marroquí Abdelatif Laabi, en el artículo titulado Marruecos enfermo de Sáhara, en el que defendía la teoría del círculo vicioso: no es posible la autonomía sin democracia, y no es posible la democracia sin (derecho a la) autodeterminación.

Sabe el profesor López García que desde Escritores por el Sáhara ofrecimos una posible mesa de encuentro entre intelectuales saharauis, marroquíes y españoles, a celebrar en Marruecos, Tinduf y España, sin restricción de puntos de vista. Y sabe que fueron los intelectuales marroquíes quienes no aceptaron sentarse en la misma mesa que sus colegas saharauis; su punto de vista era tan unánime que resultaba excluyente.

Pretender que el apoyo a la autodeterminación de los saharauis es una actitud sectaria de la izquierda española es, sencillamente, ignorar la realidad: la autodeterminación del Sáhara es un asunto sobre el que no hay diferencias en ningún partido del arco parlamentario ni en la sociedad española, sin distinción entre derechas e izquierdas. El único agujero (negro) de esa infrecuente unanimidad es la posición de los sucesivos gobiernos: ni el centrista, ni los del PSOE, ni los del PP, han escuchado la demanda unánime de sus propios Parlamentos e incluso de su propia militancia, y a saber por qué oscuras razones porque nunca han sabido explicarlo. La fuente está más a mano del profesor López García que de la nuestra: la encuesta del Instituto Elcano sobre la opinión de los españoles acerca el origen del conflicto saharaui.

No hay que buscar explicaciones abstrusas acerca del presunto cambio de “nuestras izquierdas”. Los hechos son incontrovertibles y se resumen en dos. Uno: la ocupación del Sáhara Occidental fue un acto ilegítimo. Dos: el Frente Polisario es quien representa los derechos del pueblo ocupado, y así lo aceptan tanto la Unión Europea como la ONU cuando admiten que sus representantes hablen en sus tribunas. (¿Por qué será que los exegetas de las soluciones pro-marroquíes siempre olvidan citar las resoluciones del Tribunal de La Haya, de Naciones Unidas y de otras organizaciones internacionales...?)

El artículo pone el dedo en muchas llagas abiertas desde hace décadas, pero la retira apenas el diagnóstico y la solución orientan hacia la única solución posible. Habla de que el CORCAS sufre “condiciones poco democráticas en su creación y una naturaleza arcaizante” pero no se sabe en virtud de qué afirma que ese organismo debería dar lugar a un proyecto de autogobierno. Habla de la necesidad de que “los saharauis de allí y de allá se encuentren”, ignorando (¿ignorando?) que el régimen marroquí desecha cualquier posibilidad de encuentro entre saharauis que no estén sometidos a su estrecho marco político. Habla de que Marruecos “debería reconocer el error y el horror de sus métodos de entrada en el territorio”, pero ni exige del país invasor una retirada de los territorios ocupados ni cuestiona el derecho a que las tropas de ese país permanezcan un día más administrando ese territorio. Imaginemos por un instante que alguien abogara, hace sesenta años, por un acuerdo dialogado entre el régimen colaboracionista de Vichy y la resistencia francesa a la ocupación nazi, legitimando el primero y acusando a la segunda de dogmatismo... No es muy diferente la tesis del profesor López García, cuando insta a “la saharauización de la solución”.

Pero donde el artículo del profesor López García roza el disparate es en el tema de la ayuda: pretender que la ayuda española pueda llegar hasta los saharauis de las zonas ocupadas pasando por la administración marroquí, sabiendo lo que está haciendo la policía marroquí con la población autóctona, con torturas, muertes, detenciones arbitrarias, palizas, saqueos y juicios radicalmente desautorizados por el Consejo General de la Abogacía español, es algo imposible de aceptar. Sabe Bernabé López García que el Instituto Cervantes se ha negado sistemáticamente a requerimientos varios para que abra delegaciones en los campamentos de Tinduf, así como en los territorios ocupados. Razón (textual): “hacemos lo que nos manda el Ministerio de Exteriores”. Sabe Bernabé López García que ante la inacción de nuestro gobierno y de todos sus departamentos inferiores (incluido el Instituto Averroes), ha tenido que ser ¡el Gobierno Vasco! el que emprenda la iniciativa de llevar un blibliobús, con libros en castellano, a los campamentos de Tinduf. Sabe también que la enseñanza del español es clandestina en los territorios ocupados. ¡Sabe tanto el profesor López García que asombra que aparente saber tan poco!

No es cierto que los movimientos de solidaridad española hayan creado dos categorías de saharauis, “los nuestros y los otros”. Tampoco lo es que los saharauis de los territorios ocupados hayan sido dejados a merced de las inversiones aleatorias de Marruecos. Respecto de lo primero, tanto los movimientos solidarios como las resoluciones de la Comunidad Internacional abogan por la única solución posible: el referéndum de autodeterminación, en el que puedan votar los saharauis censados de uno y otro lado. En relación con lo segundo, la reacción de Marruecos debe de ser de auténtica frustración, porque a pesar de treinta años de ocupación, a pesar de tres décadas de subvenciones y apoyos económicos (que para sí quisieran otras regiones marroquíes atrasadas) no han logrado doblegar las ansias independentistas de buena parte de la población, como estamos comprobando con la llamada intifada saharaui. Y es que no hay "saharauis de aquí y de allá", sino un pueblo saharaui que resiste pacíficamente por una misma causa, bajo ocupación o en el exilio.

Por último, pero tal vez por delante de todo: se le ha olvidado al profesor López García el gran número de delegaciones parlamentarias españolas que han intentado llegar hasta El Aaiun ocupado, siendo rechazados sistemáticamente por la policía marroquí. No viajaban allí, desde luego, ni por dogmatismo ni por exclusión. ¿Es la amnesia la que le hace, pues, usar palabras como “dogmatismo” o “excluyente” para calificar la solidaridad española con los refugiados? Seguramente sí. Preferimos pensar que son lagunas de información, en vez de pensar que el suyo es un río de desinformación: al dictado.

Escritores por el Sáhara Gonzalo Moure, Ana Rossetti, Ricardo Gómez


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